Introducción
Todos, los críticos de cine, los cineastas, los cinéfilos, los espectadores, los occidentales e incluso aquellos cuyas culturas han sido “influidas”, “transformadas” o “modernizadas” por occidente, todos nosotros estamos condenados a Rossellini. Es cierto que, en tanto todos los grandes directores transformaron nuestra concepción de la realización cinematográfica, la frase anterior es más o menos válida para cualquiera de ellos. Pero el lugar común (tan ajeno a la crítica cinematográfica) se carga de un sentido particular al tratarse en este caso de una obra que no solo cambió dramáticamente el modo de producir películas sino también el lugar y el sentido del cine en su totalidad dentro de nuestras culturas.
Hijos de un prominente arquitecto italiano, Roberto, su hermano Renzo y sus hermanas Marcela y Micaela tuvieron la infancia cómoda pero poco ostentosa de los niños de hogares burgueses en medios sociales donde la aristocracia, si bien completamente arruinada y decadente, aun conserva un lugar de prestigio que pasa de ser meramente decorativo, un ideal de excelencia momificado. Criado antes de la II Guerra Mundial, en una sociedad cuyo tradicionalismo cristiano de algún modo retrasó los efectos del proceso de modernización, Rossellini vivió como niño y adolescente el mismo proceso retratado por Proust como joven y adulto (si bien con las particularidades italianas descriptas por Luchino Visconti en Il Gatopardo, 1963). Es decir, creció bajo una concepción del mundo decimonónica, herencia que manifestó claramente a lo largo de su vida en su interés práctico por los inventos.
Su horizonte ideológico – sin importar intereses o creencias personales – era lo más cercano posible de aquel en que el dispositivo cinematográfico tuvo sus raíces, el de la generación cuyos abuelos atestiguaron la llegada de la fotografía, la misma que inventó el cine. No obstante, su obra no es una continuación ni un retorno a Lumière, sino un testimonio importante de los conflictos que esta tradición debió enfrentar cuando todos sus sueños donde progreso tecnológico y bienestar humano iban de la mano cayeron en pedazos. A partir de ese momento, no solo cambió por completo la idea social de tecnología, sino también el lugar, la función y los vínculos del cine en y con la sociedad.
La complejidad de la obra de Rossellini, así como los problemas que plantea, obliga a un análisis no-cronológico. De todos modos, los siguientes párrafos pueden ser de utilidad para aquellos lectores no familiarizados con una filmografía extensa y de difícil acceso.
Nota: esta guía de referencia no incluye dos películas de transición hechas en 1948 entre la trilogía de guerra y el período de cine moderno. Además, durante este último Rossellini dirige algunas películas por encargo que no pueden ser consideradas dentro de dicho grupo. Las particularidades se comentan en la filmografía (al final).
1. La serie de tres artículos es reproducida en Bergala, 1984.
Hijos de un prominente arquitecto italiano, Roberto, su hermano Renzo y sus hermanas Marcela y Micaela tuvieron la infancia cómoda pero poco ostentosa de los niños de hogares burgueses en medios sociales donde la aristocracia, si bien completamente arruinada y decadente, aun conserva un lugar de prestigio que pasa de ser meramente decorativo, un ideal de excelencia momificado. Criado antes de la II Guerra Mundial, en una sociedad cuyo tradicionalismo cristiano de algún modo retrasó los efectos del proceso de modernización, Rossellini vivió como niño y adolescente el mismo proceso retratado por Proust como joven y adulto (si bien con las particularidades italianas descriptas por Luchino Visconti en Il Gatopardo, 1963). Es decir, creció bajo una concepción del mundo decimonónica, herencia que manifestó claramente a lo largo de su vida en su interés práctico por los inventos.
Su horizonte ideológico – sin importar intereses o creencias personales – era lo más cercano posible de aquel en que el dispositivo cinematográfico tuvo sus raíces, el de la generación cuyos abuelos atestiguaron la llegada de la fotografía, la misma que inventó el cine. No obstante, su obra no es una continuación ni un retorno a Lumière, sino un testimonio importante de los conflictos que esta tradición debió enfrentar cuando todos sus sueños donde progreso tecnológico y bienestar humano iban de la mano cayeron en pedazos. A partir de ese momento, no solo cambió por completo la idea social de tecnología, sino también el lugar, la función y los vínculos del cine en y con la sociedad.
La complejidad de la obra de Rossellini, así como los problemas que plantea, obliga a un análisis no-cronológico. De todos modos, los siguientes párrafos pueden ser de utilidad para aquellos lectores no familiarizados con una filmografía extensa y de difícil acceso.
Nota: esta guía de referencia no incluye dos películas de transición hechas en 1948 entre la trilogía de guerra y el período de cine moderno. Además, durante este último Rossellini dirige algunas películas por encargo que no pueden ser consideradas dentro de dicho grupo. Las particularidades se comentan en la filmografía (al final).
1. La serie de tres artículos es reproducida en Bergala, 1984.
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